Canciones de juegos
Determinado protagonismo en este tipo de canciones lo tenían las abuelas, que narraban a sus nietos pequeños canciones de cuna –falta por recabar información al respecto- que despertaban la curiosidad y los mantenían entretenidos. A veces una simple canción sobre la baraja de cartas servía para tenerles ocupado, más que por distracción en el juego, por escuchar los sones de una letra sin apenas tonalidad que hacía referencia al contenido de las cartas en función del palo que salía.
As, muuuuuuu. Dos, peridís,
la Cecilia y el Andrés, una, dos y tres.
Cuatro, que te mato, cinco, que te hinco,
seis, pediréis, siete, cachetes.
Sota, sotana, sóbame la badana
péiname el pelo y llévame a la cama.
Caballo, caballero, con su capa y su sombrero
cuantas estrellas hay en el cielo, veinticinco y el lucero.
Rey, reinando por las montañas,
tirando cohetes con una caña,
repican en Soto, repican en Aldea,
todos los borriquitos a parar a Morcuera.
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Antón, Antón, Antón pirulero, cada cual, cada cual
atienda su juego y el que no lo atienda
pagará la prenda, la prenda de Antón.
Antón, Antón, Antón pirulero, cada cual, cada cual...
Como queda dicho, la diversidad de coplillas era muy variada y salían a relucir en determinados juegos que les iba como anillo al dedo. Pero como entretenimiento, cualquier chascarrillo servía para mantener distraída a la prole, que nunca faltaba.
Tilín, tilán las campanas de Alcalá.
Unas vienen y otras van tilín, tilán.
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Don Melitón tenía tres gatos / y los hacía bailar en un plato,
y por las noches les daba turrón / viva los gatos de don Melitón.
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Marcelino fue a por vino / rompió el jarro en el camino,
pobre jarro, pobre vino / pobre culo de Marcelino.
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Que llueva, que llueva, la virgen de la cueva
los pajarillos cantan, las nubes se levantan
dile al pastor que guarde la capa de nuestro Señor.
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Fui a las eras, me encontré unas tijeras
y un poco más adelante me encontré un estudiante
comiendo pichón. Le dije que me diera
y no me quiso dar y me puse a llorar
a la puerta de un pajar. Salió mi abuelita
con un garrotito y pim, pam, me hizo callar.
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¿”Ande” está el pan que te di? A los guardias se lo di.
¿Y lo que te sobró? Un perro chulo, chulo, se lo manducó.
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Desde pequeñita me quedé, pum, / algo resentida de este pie, pum
aunque el andar es cosa muy bonita, / disimular que soy una cojita
y aunque lo soy, lo disimulo bien, / corre que te corre
que te doy un puntapié en la punta del pie.